MENTE Y CONOCIMIENTO
Una de las cosas que distinguen al ser humano del resto de los animales son sus capacidades para conocer. Estas capacidades se derivan de la mente humana. La reflexión sobre la mente y el conocimiento ha sido constante a lo largo de toda la historia de la filosofía. Un problema crucial, que ya encontramos en Descartes, y que adquirió fuerza en el siglo XX, es el del dualismo entre mente y cuerpo, es decir, creer que existe una separación radical entre ambos. Manifestaciones del impacto de esta idea en la cultura popular son películas como Ghost in the Shell (1995), Matrix (1999) y Origen (2010). Explicar cómo nuestra conciencia se relaciona con el cerebro, el resto del cuerpo y el entorno aún sigue siendo un reto que se aborda desde la filosofía, las ciencias cognitivas y la neurociencia. Para llegar a un enfoque interdisciplinar ha sido fundamental la obra pionera de Patricia Churchland. Otras autoras, como Katalin Farkas y Diana Pérez, han ofrecido nuevas interpretaciones del dualismo mente/cuerpo. Ambas destacan por mostrar la importancia de nuestras perspectivas para comprender la mente.
A lo largo de nuestra vida adoptamos muchas perspectivas. Incluso cuando nuestro conocimiento parece más objetivo, accedemos a la realidad desde una perspectiva. Sandra Harding o Michela Massimi han puesto de manifiesto el papel que diferentes concepciones y sesgos juegan en el conocimiento científico. Por eso, destacan la importancia de dar voz a las mujeres en la actividad científica.
Pero aceptar que siempre hay perspectivas, no implica aceptar que todas valgan lo mismo. Pese a ello, el relativismo está cada vez más presente en nuestra sociedad. Como pudimos constatar durante la pandemia, la desinformación, las fake news y el descrédito hacia la comunidad científica se multiplicaron y generaron estragos. La investigación de filósofas como Annalisa Coliva o Maria Baghramian supone una rebelión contra el relativismo y sus efectos en la sociedad. El caso de Baghramian es especialmente relevante ya que, además, lidera un proyecto europeo interdisciplinar, PEriTia, en el que colaboran varios países, orientado al análisis y a la promoción de la confianza en los expertos y en las instituciones.
Muchas de nuestras perspectivas son intencionales y orientan nuestras decisiones y acciones. A veces decidimos llevar a cabo acciones con efectos no deseados, aunque los conozcamos. Es el problema del doble efecto. Elizabeth Anscombe lo revitalizó, aplicándolo al caso del presidente Truman, quien, para detener la II Guerra Mundial, lanzó dos bombas atómicas sobre Japón con la consiguiente muerte de decenas de miles de personas, pudiendo haberlo evitado. Este problema tiene una enorme vigencia en relación a los desarrollos actuales de la Inteligencia Artificial.