Elizabeth Anscombe

 


1919 - 2001

Limerick (Irlanda) - Cambridge (Reino Unido)

Estudió en Oxford y fue profesora de filosofía en Cambridge. Perteneció a la Academia Británica y a la Academia Estadounidense de las Artes y las Ciencias. Hizo un gran esfuerzo por armonizar autores de la filosofía medieval con la emergente filosofía analítica.

Desde su época de estudiante mantuvo una estrecha amistad con Wittgenstein. Elizabeth Anscombe, Rush Rhees y Georg von Wright se convierten en albaceas de su legado filosófico. Anscombe es editora de la mayoría de los escritos de Wittgenstein posteriores al Tractatus. Actualmente, los restos de Anscombe reposan en Cambridge a unos pocos metros de la tumba del filósofo. Los planteamientos filosóficos de Anscombe con relación a Wittgenstein siguen siendo tremendamente originales e influyentes.

En la década de los 50, sus análisis de los conceptos de intención y de acción intencional, ofrecidos principalmente en su obra Intention (1957), abrieron nuevos horizontes mas allá de las propuestas del conductismo. Suele considerarse que Anscombe ofrece las mejores reflexiones sobre esos temas que se han llevado a cabo desde los clásicos trabajos de Aristóteles sobre ética.

Anscombe actualiza la idea aristotélica de que la acción se sigue de una interacción entre creencias y deseos. Y también rescata de un largo olvido los problemas acerca de los dobles efectos de la acción. Queremos hacer algo, pero conseguirlo implica necesariamente efectos que rechazamos. ¿Qué hacer en estos casos? ¿Pueden resolverse simplemente comparando utilidades? ¿Qué papel tienen las intenciones? Situaciones de este tipo son comunes en la práctica médica, en las decisiones políticas, en los conflictos bélicos.

Durante la II Guerra Mundial, Anscombe, Philippa Foot, Iris Murdoch y Mary Midgley forman un importante grupo filosófico llamado “El cuarteto de Oxford”. Anscombe es una autora de gran influencia dentro de la filosofía contemporánea. Su máximo impacto tiene lugar, durante la segunda mitad del siglo XX, en relación a las nuevas disciplinas de la filosofía de la mente y la filosofía de la acción, reivindicando que la mente debe explicar la acción y nunca puede ser reducida a conducta. En ética, revitaliza el problema medieval en torno a los dobles efectos de nuestras acciones, que será desarrollado en profundidad por su amiga Philippa Foot a través del conocido como “Dilema del tranvía”.