CIENCIA Y LENGUAJE
Es en el siglo XX cuando la ciencia se convierte en el principal motor de desarrollo de nuestra sociedad. El paso del siglo XIX al XX viene marcado por la presencia de la ciencia en todos los ámbitos de nuestra vida: salud, ocio, guerra, economía… Y, más aún, en el siglo XXI.
Esto trae muchas ventajas y soluciones, pero también acarrea problemas, dudas e inquietudes. La filosofía es reflejo de todo esto y lo incorpora a su reflexión. Una reflexión en la que el lenguaje adquiere un papel fundamental, tanto los lenguajes naturales como los formales, especialmente con los grandes desarrollos de la lógica y de la programación a partir del siglo XX. Entre estos desarrollos figuran las alternativas a la lógica clásica, para acercarla a nuestras diversas formas de argumentar y de razonar. Filósofas como Susan Haack o Ruth Barcan Marcus han sido claves aquí y sus ideas han ido más allá de los textos de filosofía, la primera en el sistema judicial americano y la segunda en las especulaciones acerca de la existencia de otros mundos posibles, muy presentes en la cultura popular. En cuanto a los lenguajes naturales han destacado enfoques cercanos a las ciencias naturales por parte de numerosos autores y autoras, entre los que sobresale Ruth Millikan, quien intenta mostrar, siguiendo los patrones de la teoría de la evolución, cómo la aparición del lenguaje ha tenido un gran valor adaptativo en la historia de la humanidad.
Nuestra imagen de la ciencia fue cambiando a lo largo del siglo XX. En un primer momento había una imagen muy monolítica del conocimiento científico, pero en la segunda mitad del siglo esa unidad se rompió y aparece una visión mucho más plural, subjetiva, construida, llena de elementos sociales y sesgos de género. Esta es la concepción de la ciencia actual y, para esta, las aportaciones de filósofas como Nancy Cartwright, Donna Haraway, Sandra Mitchell, Helen Longino, Eulalia Pérez Sedeño, Diana Maffía o Sandra Harding han sido fundamentales. En algunos casos han ido más allá y se han planteado problemas cercanos a la ciencia ficción, que han tenido y tienen su reflejo en distintas manifestaciones artísticas y culturales. Por ejemplo, las ideas de Haraway sobre los cíborgs.
En el ámbito canario ha habido una filósofa cuya aportación fue fundamental para acercarnos todos estos temas. Se trata de Amparo Gómez, quien los incorporó en su docencia e investigación en la Universidad de La Laguna, formando a varias generaciones de filósofas y filósofos, creando revistas y el Instituto Universitario de Estudios de las Mujeres.